La historia de la familia que robó seis museos argentinos

Padre, hermano e hijo terminaron condenados. Son los primeros ladrones conocidos, especializados en piezas históricas. Robaron monedas de la época de Rosas, lapiceras presidenciales y hasta el reloj de Belgrano. Incluso burlaron al Banco Nación.
PorJuan Manuel Bordón



UN HALLAZGO INSOLITO. DOS DE LAS PIEZAS MÁS VALIOSAS QUE ROBARON LOS BALDO FUERON UNA ONZA FEDERAL DE 1836 , VALUADA EN 140.000 DÓLARES) Y UN MEDIO ARGENTINO DE 1881 (50.000 DÓLARES). LA HIJA DE NAZARENO BALDO SE LAS LLEVÓ A SU PADRE, YA PRESO EN DEVOTO, ESCONDIDAS EN UNAS ZAPATILLAS.

Familia, museos, robos. La foto del día en que lo detuvieron muestra a Nazareno Baldo en muletas, pero aún así se nota que e s alguien sumamente ágil. El hombre nació en 1966 y pasó varios años de su vida preso. En mayo de 2008 volvieron a arrestarlo, por integrar junto a su hermano y a su hijo la primera banda especializada en robos a museos de la historia argentina . La familia dio al menos seis golpes y logró botines millonarios. Hace dos meses, los condenaron a penas de 3 a 8 años de cárcel, pero la mayoría de los objetos robados jamás aparecieron .

Circulan varias versiones sobre su posible destino. Hay quienes hablan de coleccionistas que encargaban robos, otros dicen que los Baldo comenzaron a estudiar catálogos para vender las piezas ellos mismos y están los que apuestan a que las comercializaban al precio del metal del que estaban hechas.

Nazareno, su hijo y su hermano no dieron respuestas durante el proceso. Pero igual se sabe mucho de lo que hicieron .

La historia de la banda comenzó cuando Nazareno Baldo (45) aún estaba preso por robo en el penal de Ezeiza . Desde afuera, su hermano Jorge (56) y su hijo Ariel (24) comenzaron con los primeros golpes a museos. Los investigadores creen que no tenían experiencia en este rubro , ya que sus antecedentes son por asaltos a comercios y casas.

El 30 de junio de 2007, tío y sobrino entraron como dos turistas al Museo Histórico Nacional, en Parque Lezama. En el lugar había varias cámaras de seguridad pero su objetivo era una vitrina ubicada en un punto ciego . Sin que nadie se diera cuenta, mezclados entre el público, la abrieron, cortaron unas tanzas que sostenían la pieza y se llevaron una de las joyas de la colección: un reloj de bolsillo esmaltado en oro que le perteneció a Manuel Belgrano (ver El reloj....).

El robo generó un enorme revuelo y se clausuró el museo, pero no hubo pistas sobre los autores hasta mucho más tarde. En las filmaciones se veía a dos hombres en la sala, pero no sus caras .

El segundo golpe ocurrió dos meses después en el Museo de la Casa Rosada. Una persona a la que nadie vio se llevó una lapicera del ex presidente Roberto Ortiz y un reloj del ex presidente de facto Agustín P. Justo. Varios meses después, los investigadores probarían que ese día estaba activo en la zona el teléfono de Ariel , el más chico de los Baldo.

En septiembre de 2007, una seguidilla de golpes destapó que algo raro ocurría en los museos. El 19, desaparecieron seis placas de oro precolombinas del Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti (en San Telmo). Una semana después, alguien robó dos condecoraciones del Museo Naval de Tigre.

En ninguno de esos lugares había cámaras o testigos que vincularan a la familia con ambos robos, por lo que nunca se les probaron . Pero se sabe que sus integrantes estaban muy activos: el 12 de septiembre, los Baldo tuvieron su primer tropiezo en el Museo Sarmiento (en Belgrano).

Ese día, tío y sobrino participaron de una visita guiada al museo. Cuando llegaron a la Sala Avellaneda dejaron que el resto siguiera y se acercaron a una vitrina. Ariel sacó un destornillador y comenzó a forzarla mientras Jorge hacía de campana. En eso notaron algo raro, dejaron tirada la herramienta y salieron del museo sin llevarse nada. Todo había sido registrado por las cámaras de seguridad: no los detuvieron por segundos .

Aún así, en octubre robaron tres museos más con la misma técnica. Entraban como visitas, fingían mirar una vitrina y la forzaban. Los botines eran siempre medallas –incluidas unas de Evita–, monedas u objetos pequeños . Pero eso iba a cambiar muy pronto.

Nazareno Baldo salió de la cárcel de Ezeiza en enero de 2008 y se sumó para planear el golpe más ambicioso: la colección del Museo Numismático del Banco Nación, en plena Plaza de Mayo. Un botín de 550 monedas antiguas, valuadas en 700 mil dólares .

En la tarde del viernes 15 de febrero de 2008, Nazareno entró al edificio del banco como si fuera un cliente, se escondió en un baño y esperó hasta pasado el cierre .

Los investigadores cuentan que, a medianoche, Baldo se arrastró por un túnel de ventilación hasta llegar a la parte superior del museo, abrió un boquete en el cielorraso y bajó. Una vez adentro, trabó la puerta con cuñas de madera, forzó las vitrinas y cargó las monedas en una mochila. Luego abrió una ventana que da a Bartolomé Mitre y se descolgó con una cuerda hasta la vereda.

Una cámara de seguridad filmó cómo el hombre bajaba –y al final caía abruptamente y se golpeaba – a la 1.30 de la madrugada del sábado. Inmediatamente después, subió a un auto y desapareció.

Los investigadores tardaron dos meses en identificar a la banda y reunir las pruebas, pero a principios de mayo de 2008 se ordenó la detención de los Baldo por el robo al Banco Nación. El análisis de los llamados realizados en la zona a la hora del robo ubicaba allí a los celulares de Jorge y Ariel .

En el allanamiento a la casa de los Baldo no se secuestraron monedas, pero sí un libro de numismática.

Y estaba Nazareno en muletas . Lo insólito es que una semana después de las detenciones, las dos monedas más valiosas de la colección aparecieron durante una requisa en la cárcel de Devoto .

La hija de Nazareno había ido al penal a llevarle ropa a la familia. Los guardias la revisaron y, en un doble fondo de unas zapatillas, encontraron ocultas dos piezas valuadas en 190 mil dólares .

El proceso contra los Baldo careció de espectacularidad. En un juicio abreviado, aceptaron los cargos y los condenaron a penas que van de los 3 a los 8 años (la más larga, para Nazareno). Cuando le notificaron al hombre la pena en el tribunal, alguien le preguntó si se daba cuenta de que lo que habían hecho era robarse la historia argentina . Nazareno lo miro fijo y le contestó, sin inmutarse: “Nosotros no nos robamos nada”.

“Perú en boca del mundo” libro peruano de Madrid Fusión

BBVA y Planeta presentan esta publicación sobre la presencia peruana en la gran cumbre gastronómica
Sábado 04 de junio de 2011 - 09:27 am

Nuestra cocina es acosada por la prensa internacional. (Foto: Inés Menacho)La han calificado como fenómeno mundial (Ferran Adrià), apasionante (Carlos Maribona, “ABC”), excitante (Jeffrey Steingarte, “Vogue EE. UU.”) y democrática (Anthony Bourdain, “Sin Reservas”). La cocina peruana, una tentación para quien se le cruce delante, despertó pasiones durante la última edición de la cumbre gastronómica Madrid Fusión. Elogios que el BBVA Banco Continental recogió en bandeja para incluirlo en el libro “Perú en boca del mundo”, que saldrá a la venta la próxima semana.

La publicación, de formato pequeño y editada por Planeta, reúne comentarios, fotos y variadas recetas en torno a la exitosa participación peruana en la cumbre realizada en enero pasado y en la que marcó historia el batallón de cocineros peruanos que se encargó de lucir nuestra diversidad gastronómica.

INFORMACIÓN HISTÓRICA
“Perú en boca del mundo” presenta una introducción de Bernardo Roca Rey y Marisa Guiulfo sobre la gestación de esta fama culinaria que hoy trasciende fronteras y la experiencia que significó sorprender al exigente público especializado asistente a la cumbre internacional.

La publicación dedica también varias páginas a los personajes que subieron al escenario de Madrid Fusión para sembrar el interés por nuestra cocina: desde la aparición de Rafael Piqueras (invitado para la edición del 2004 por José Carlos Capel, organizador de la cumbre), pasando por Gastón Acurio (que en la pasada edición tuvo una participación especial, al ser entrevistado en uno de los horarios estelares), hasta llegar a Pedro Miguel Schiaffino, quien en el 2006 llegó a esta cita con maletas llenas de insumos de la selva y una propuesta que atrajo la atención de muchos cocineros, que se interesaron más por nuestros productos.

Y es precisamente el insumo peruano el que destaca en otro capítulo de la publicación, pero bajo la mirada de grandes autores españoles: Ferran Adrià hace un cebiche de lulo y moluscos, Andoni Aduriz crea unas papas cocidas con apariencia de huevos de corral, Juan Mari Arzak combina ají en una lámina de chocolate blanco, Andrés Madrigal hace una ‘casi causa’ (con papa y nata líquida), y Joan Roca usa rocoto y ají amarillo en una sopa de sardinas a la parrilla.

Finalmente, el libro reseña cuatro historias de restaurantes peruanos en Madrid: Astrid & Gastón, La Gorda, Nikkéi 225 y Tanta. Todos ellos comparten las recetas de la propuesta que marcó el inicio de su éxito.