¿Beber alcohol reduce el estrés?

Por Bob Barnett, upwave.com
(upwave.com) – Hay una pequeña bebida de la que te quiero contar. Es algo mágica. Probablemente con beber tan sólo un poco de ella te sentirás más cercano a tus amigos, comenzarás a prestar atención al momento, sentirás que tu ánimo mejora y tal vez puedas poner tus preocupaciones en su lugar para que te sientas más despreocupado.
Por otro lado, esta espeluznante bebida podría de hecho aumentar el estrés en tu vida... por lo que beberías más en un esfuerzo por calmarlo. Y esto está bien... excepto que se puede volver un círculo vicioso y tendrás que beber más y más para obtener sus efectos liberadores de estrés, hasta que eventualmente arruina tu cuerpo, tu mente y toda tu vida.

El rumor: el alcohol disminuye el estrés
Seguro, el alcohol tiene sus desventajas, pero si algo se puede decir de la bebida es que no es estresante. Es divertida y, en realidad, ¿quién no ha tomado unos cuantos tragos para despejarse? Entonces: ¿Beber (no necesariamente mucho, tan sólo un poco) verdaderamente disminuye los niveles de estrés como parece, o qué?
El veredicto: Sí, el alcohol puede aliviar el estrés cuando se consume en cantidades limitadas, a ciertas personas, en situaciones específicas. Virtualmente en el resto de los casos puede empeorar el estrés.
He aquí lo que pasa en realidad: El alcohol reduce de manera fiable la respuesta fisiológica al estrés. Sin embargo, puedes sentir la necesidad de emborracharte para recibir ese beneficio todas las veces, así que no es... esto... una buena estrategia para libertarte del estrés a largo plazo. Además, el alcohol no se metaboliza como otras comidas y bebidas. La cantidad de energía que le toma a tu cuerpo metabolizar grandes cantidades de alcohol le provoca mayor estrés, aunque te sientas más relajado.
Sin embargo, las dosis moderadas de alcohol pueden reducir el estrés... en las circunstancias adecuadas... a algunas personas. Esto último es importante, porque a las demás personas puede ocasionarles estrés, aliviándoselo momentáneamente mientras aumenta los niveles de estrés crónico. Ya no lo encuentras tan mágico, ¿verdad?

Alivio del estrés social  
Desempaquemos esto un poco más; comencemos con una experiencia placentera y positiva: Eres un bebedor moderado. No tienes un trastorno de ansiedad, no estás deprimido, no tomas medicamentos que no se pueden mezclar con la bebida y no tienes antecedentes familiares de dependencia al alcohol. Simplemente te gusta tomarte uno o dos tragos con tus compañeros de trabajo, tus amigos, tu pareja. ¿Te alivia el estrés?
Probablemente. Podría ser una cosa o la otra. "En los niveles más bajos de intoxicación, un nivel de alcohol en la sangre de 0,04 o el equivalente a dos tragos en la mayoría de las personas, el alcohol puede ser algo placentero", dice el profesor de sicología de la Universidad de Missouri, Kenneth Sher, a cargo del Laboratorio del alcohol, comportamiento y salud de la universidad. "Sin embargo, también podría ser el fenómeno de 'llorar en tu cerveza'".
En el nivel de "ligeramente borracho", el alcohol es un lubricante social que a menudo mejora el ánimo. Empiezas a liberarte de algunas preocupaciones, prestas atención al momento con tus amigos. "Dice que, a excepción de aquellas personas que dependen del alcohol, la mayoría de las personas beben en las situaciones sociales", dice Sher. "El disfrute en general es mayor porque realza esa experiencia social. El beber en un grupo crea cohesión, aumenta los lazos y la creación del grupo; y esto es claramente un beneficio social".

Borracho y sin estrés  
Por otro lado, emborráchate y tu cuerpo verdaderamente se relajará. Completamente. Estrés, ¿qué es eso? Te encuentras dentro del nivel legal de intoxicación, el cual una persona normal alcanzaría luego de beber, digamos, cinco cervezas regulares de 12 onzas en dos horas.
En este nivel, "El alcohol reduce las respuestas del tipo ansioso, disminuye tu respuesta al estrés y tu frecuencia cardiaca, te insensibiliza a los factores de estrés, especialmente si los experimentas cuando estás borracho", dice Sher.
¿Tienes algún problema con esto? Sher ciertamente lo tiene.
"Desafortunadamente, los efectos de reducción del estrés más fiables del alcohol ocurren en las dosis más problemáticas, en materia de daños graves y dependencia", dice.
Así que vuélvete a la placentera bebida o dos con amigos. Eso es beber con moderación, lo cual aporta beneficios al corazón así como también beneficios sicológicos. El Instituto Nacional de Abuso de Alcohol y Alcoholismo define, en los hombres, como "moderado" no más de cuatro bebidas por vez y no más de 14 tragos por semana. En las mujeres, no son más de tres bebidas por vez y no más de siete tragos por semana.
"Si es parte de un estilo de vida donde se disfruta de la comida y del alcohol, y se espera, está bien", dice Carol Landau, profesora clínica de siquiatría y medicina de la Alpert Medical School, de la Universidad de Brown. "Es un hábito agradable, un estilo de vida placentero".

El lado oscuro de la bebida  
¿Cómo puedes saber que estás navegando al lado oscuro? "Si estás regularmente deseando un trago para aliviar el estrés, ésta es una señal de alerta", dice Sher. "Existe una relación muy estrecha entre pensar 'El alcohol me ayuda a relajarme' y 'Tomar unos cuantos tragos me ayuda a olvidar mis problemas' con los problemas de dependencia de alcohol".
"Ten especial cuidado si tienes problemas de ansiedad", agrega Landau. "Si padeces un trastorno de ansiedad, tienes el doble de probabilidades que la población en general de desarrollar una dependencia al alcohol". "Si tomas medicamentos, el beber asiduamente es aún más peligroso: Nunca mezcles medicamentos con benzodiazepina para el tratamiento de trastornos de la ansiedad o ataques de pánico (Xanax, Ativan, Clonipina) con el alcohol. El alcohol también interactúa negativamente con muchos otros medicamentos.
Incluso si no padeces de un trastorno de ansiedad (o depresión), es fácil caer en el mal hábito de usar el alcohol para relajarte.
"Veo a toda una generación que se acerca a los 30 años, que utiliza estimulantes para estudiar, y luego alcohol y marihuana para divertirse", dice Landau. "Este no es un buen patrón".
En las mujeres que ya alcanzaron los 30 años, ve otro patrón: "Sus días activados con la cafeína están llenos de estrés, de manera que vuelven a casa estresadas y se toman un trago. Este tampoco es un hábito sano".

Dependiente de la bebida  
Una vez que dependas del alcohol para reducir el estrés, estás en problemas. "Cuando dependes del alcohol, estás estresado desde el nivel básico", dice Sher. "Es algo así como el fenómeno emocional de beber otro poco para quitarte la resaca. Parte del estrés que sientes es consecuencia de tu dependencia". 

Nota: Tienes niveles más altos de cortisol, la hormona del estrés, por lo que tendrás que tomar alcohol para volver a la "normalidad".
La flexibilidad es la señal clave. Si te decepciona que no haya alcohol y tienes problemas por no beber en una fiesta o en la casa de un amigo, es probable que tengas un problema. "Esa es una señal de dependencia", dice Landau.

Confirman que la marihuana deteriora la capacidad cerebral

Uno de los estudios más amplios sobre los efectos en la salud del uso persistente de cannabis revela que deteroria el coeficiente intelectual y que afecta la memoria y otras funciones mentales. Los daños, aseguran los científicos, son irreversibles.  
Georgina Elustondo 


Se ha instalado y crecido al amparo de discursos que la aseguran inocua. Se dice, de la marihuana, que no genera adicción, que es menos tóxica que el tabaco y que hasta puede resultar beneficiosa en algunas circunstancias. Tres "mitos" que gozan de una controvertida aceptación social y que la ciencia médica refuta a rajatabla. "Nada más alejado de la realidad", enfatizaron desde la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) al difundir que uno de cada cuatro pacientes en tratamiento en centros dependientes del organismo esteban siendo rehabilitados por adicción a la marihuana. Pues bien: una flamante investigación, realizada en Nueva Zelanda, asegura que su uso persistente, sobre todo en adolescentes, deteriora significativamente y de forma irreversible las funciones cerebrales.
La investigación es una de las más amplias que se han llevado a cabo sobre los efectos de la marihuana en el cerebro. Los científicos siguieron durante más de 20 años a un grupo de 1.000 jóvenes y encontraron que los que habían comenzado a usar marihuana antes de cumplir los 18 años -cuando su cerebro estaba aún desarrollándose- mostraban una reducción "significativa" en su coeficiente intelectual.
Un equipo de investigadores, dirigido por la profesora Madeline Meier de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos, analizó el impacto del uso de marihuana en varias funciones neuropsicológicas de 1.037 individuos nacidos entre 1972 y 1973. Los científicos siguieron a los participantes hasta que cumplieron 38 años, realiándoles entrevistas y estudios periódicos. Tomaron en cuenta factores como dependencia de alcohol y/o al tabaco, uso de otras drogas y nivel de educación.
Al evaluar todos los casos, encontraron que los participantes que habían usado persistentemente marihuana mostraban un "amplio deterioro" en varias áreas neuropsicológicas, como funcionamiento cognitivo, la atención y la memoria. Quienes habían usado la droga al menos cuatro veces a la semana, año tras año, durante su adolescencia, sus 20 años y, en algunos casos, sus 30 años, mostraron una reducción en su coeficiente intelectual. La relación, concluyel el estudio, es inapelable: cuanto más fumaba el individuo, mayor la pérdida en el CI.
Uno de los puntos más importantes del estudio fue demostrar que el daño era irreversible. Al dejar de usarla o reducir su uso no lograron restaurar completamente su pérdida de CI. Es decir, los efectos neurotóxicos son clarísimos y el daño es permanente.
El estudio fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Robin Murray, profesor de psiquiatría del King's College de Londres, explicó que el estudio es "una investigación extraordinaria. Es probablemente el grupo de individuos que ha sido más intensamente estudiado en el mundo y, por lo tanto, los datos son muy buenos. Hay muchos informes anecdóticos de que los usuarios de marihuana tienden a ser menos exitosos en sus logros educativos, matrimonios y ocupaciones. Este estudio ofrece una explicación de por qué puede ocurrir".

Fuertemente adictiva
Según datos del Registro Continuo de Pacientes en Tratamiento de SEDRONAR, en 2005 la marihuana motivó el tratamiento del 25% de los 2.369 pacientes que estaban siendo rehabilitados en 53 centros de todo el país. "Este alto porcentaje desmiente los discursos habituales sobre la marihuana, que insisten en instalarla como una droga que no genera mayores daños sobre la salud. Es mucha la gente que no puede dejarla ni manejarla y que está padeciendo las consecuencias de su consumo", destacó Diego Alvarez, que estaba al frente del Observatorio de Drogas del organismo en ese momento.
"Es un mito que la marihuana no tiene toxicidad. Es una droga con sustancias psicoactivas muy potentes, que impactan sobre el sistema nervioso central y el aparato cardiovascular", agregó la toxicóloga Norma Vallejo. "El uso crónico genera pérdida de interés y del deseo, fatiga, alteraciones de humor, disminución de la capacidad de concentración y depresión del sistema inmunológico. Además, afecta la fertilidad y aumenta las probabilidades de sufrir cáncer, enfermedades pulmonares y psicosis", subrayó. "Muchos aseguran que el porro es menos dañino que el tabaco, y no es así. Su toxicidad es mayor porque se fuma distinto: se retiene más en las vías respiratorias y, en el proceso de fumado, desprende más monóxido de carbono que un cigarrillo".
Los daños que puede generar la marihuana son múltiples y difieren mucho según la persona: como dicen en la jerga, "a cada uno le pega distinto". Pero hay algo que afecta a todos los consumidores por igual: la adicción. "La marihuana genera dependencia física y, sobre todo, psicológica. Como otras drogas, excita y provoca un aparente estado de bienestar porque actúa sobre el sistema de recompensa del cerebro. El mismo, al ser estimulado, pide más", destacó la especialista.
En el caso de la marihuana la adicción no está asociada necesariamente a la frecuencia de consumo. Tiene que ver con las particularidades de cada persona. Para evaluar si hay dependencia se observa si el consumidor desarrolló tolerancia (si el organismo se habituó y debe fumar más para lograr el mismo efecto), si su cotidianidad sufrió cambios (rutinas, hábitos, manejo del tiempo) y si hay manifestaciones que indiquen síndrome de abstinencia: "Si no puede dejar de fumar, si se pone irritable, transpira frío o no puede socializarse ni disfrutar cuando no fuma", explican los expertos.

Los efectos menos conocidos del cannabis
Según diversos estudios de sociedades científicas de gran prestigio internacional, el uso persistente de marihuana provoca pérdida de memoria, reduce el rendimiento y altera las capacidades cognitivas. Puede producir depresión, ansiedad, psicosis y, en el peor de los casos, esquizofrenia
Los poderes psicotrópicos del cannabis son conocidos por el ser humano desde hace miles de años. Sus 'propiedades embriagadoras', como decía Herodoto en el siglo V, se deben fundamentalmente al delta-9-tetrahidrocanabinol (THC), el cannabinoide responsable de sus efectos en el cerebro. Cuando se inhala esta sustancia, el THC llega rápidamente al cerebro a través de la sangre. Sus efectos se sienten a los pocos minutos y pueden durar hasta dos o tres horas. 
Una de las consecuencias menos conocidas tienen que ver con los trastornos psiquiátricos. El consumo de porros multiplica por dos las probabilidades de sufrir brotes psicóticos (con más riesgo a mayor dosis). Varios estudios coinciden en que la marihuana podría actuar como desencadenante de estos ataques en personas con una cierta predisposición genética. El riesgo se acentúa cuando el consumo se inicia antes de los 15 años.
A su vez, un informe elaborado por expertos de la Oficina de Control de Drogas de la Casa Blanca (EEUU), advierte de que los adolescentes que fuman marihuana tienen hasta un 40% más de riesgo de sufrir depresión, ansiedad, psicosis (alucinaciones) o algún tipo de enfermedad mental; especialmente en el caso de las chicas. Y aunque no se ha demostrado de una manera estadísticamente significativa que pueda causar esquizofrenia, sí parece que empeora sus síntomas y agrava los ataques.
No es lo mismo usar una droga que ser adicto a ella. Muchos consumidores no se convierten en adictos. Pero vale medir y conocer las consecuencias. 
http://www.clarin.com/

Gas sarín: ¿qué es y quién lo ha usado?

BBC Mundo
El gobierno de Estados Unidos asegura que tiene pruebas de que las fuerzas gubernamentales sirias utilizaron el agente químico sarín en los ataques a las afueras de Damasco del mes pasado.
El sarín es una de las sustancias denominadas agentes nerviosos. También lo son el VX, el tabún y el somán, entre otros.
Se trata de un líquido transparente, incoloro y sin sabor, que se convierte rápidamente en vapor.
Los agentes nerviosos son mortales y mucho más fuertes que los venenos como el cianuro.
Una cantidad tan pequeña como para caber en la cabeza de un alfiler puede ser fatal en menos de dos minutos. La muerte generalmente ocurre dentro de un cuarto de hora de la exposición al vapor.
La exposición también puede ocurrir si la piel está expuesta al agente en forma líquida.
Alguien que ha estado expuesto al sarín puede desarrollar una gran variedad de síntomas, que incluyen: mocos, baba, dolor en los ojos, visión borrosa, problemas respiratorios, náuseas, vómitos, diarrea, y convulsiones.
En casos extremos, tras convulsiones y fallos respiratorios sigue la muerte.
Hay antídotos al sarín –atropina y pralidoxima– pero deben ser administrados inmediatamente para que sean efectivos.
La víctima debe ser llevada a un lugar seguro y se le debe quitar la ropa para evitar una mayor contaminación. Sus ojos deben lavarse con agua y su piel y el cabello con un polvo absorbente tal como talco o harina o, en su defecto, agua y jabón. Hay que evitar ducharse porque puede propagar el agente.
El personal médico debe protegerse con guantes, mascarilla y gafas protectoras, si es posible.
El sarín fue inventado en Alemania en la década de 1930, pero no fue utilizado en combate durante la Segunda Guerra Mundial.
Después de la guerra, la mayoría de las potencias desarrollaron el gas nervioso, mientras los británicos inventaron otro tipo, el VX.

¿Cómo podría haber adquirido Siria el sarín?
Se cree que Siria empezó a producir gas sarín en 1980.
Funcionarios estadounidenses aseguran que Siria comenzó convirtiendo varias plantas de pesticidas en fábricas del agente nervioso en 1988, según un informe de los departamentos de Defensa y de Estado.